Cuando hablamos de la humanidad en los tiempos de Noé, todo el mundo sabe que asesinar e incendiar, robar y actuar con promiscuidad, formaba parte del día a día para la gente de esa época. Rechazaron a Dios y no seguían Sus palabras, y al final Dios los destruyó con un gran diluvio. Entonces nos fijamos en la gente del mundo actual: veneran el mal, y uno ve lugares como bares de karaoke, salones de masaje, tabernas y discotecas en las calles y callejuelas de todas las ciudades. La gente come, bebe y se divierte, abandonada a los placeres de la carne; la mayoría compite entre sí por la fama, la ganancia y el estatus, pelean entre ellos, conspiran contra los demás y se engañan mutuamente, sin hacer una excepción con los amigos y parientes. Están todos hartos de la verdad, están enamorados de la injusticia y viven en el pecado; nadie toma la iniciativa de buscar la verdad o de buscar el verdadero camino, e incluso niegan y se oponen abiertamente a Dios. Toda la humanidad vive bajo el dominio de Satanás, e incluso aquellos que creen en el Señor se degradan a sí mismos para seguir las tendencias mundanas. Codician los placeres pecaminosos, viven siempre en un ciclo de pecado y confesión, y no ponen en práctica las enseñanzas del Señor, aunque las conocen bien. Tales escenas traen inevitablemente a la memoria la profecía que hizo el Señor Jesús hace dos mil años: “Tal como ocurrió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. […] Lo mismo acontecerá el día en que el Hijo del Hombre sea revelado” (Lucas 17:26-30). En esta profecía vemos que cuando el pueblo de los últimos días se corrompa y se vuelva tan malvado como el pueblo de los tiempos de Noé, el Señor regresará. ¿Pero de qué manera aparecerá el Señor? ¿Y cómo debemos recibirlo?
¿Cómo vendrá el Señor en los últimos días?
Mucha gente habla de este versículo de la Biblia: “Y verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria” (Mateo 24:30). Creen que cuando el Señor regrese, vendrá abiertamente sobre una nube, y que nos elevará directamente al reino de los cielos y todos lo verán, por lo que esperan pasivamente que el Señor venga en una nube. La verdad es, sin embargo, que hemos ignorado las profecías bíblicas que declaran que hay otro camino por el cual regresará el Señor, como “He aquí, vengo como ladrón” (Apocalipsis 16:15), “Por tanto, si no velas, vendré como ladrón […]” (Apocalipsis 3:3), “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20), “Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:27), y “Por eso, también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre” (Mateo 24:44). Estas profecías mencionan el regreso del Señor “como ladrón”, y que Él estará “estoy a la puerta y llamo”. Esto prueba que el Señor vendrá en silencio y en secreto, y que esto ocurrirá sin el conocimiento de nadie. Estos versos también mencionan “venida del Hijo del Hombre” y “vendrá el Hijo del Hombre”, y cualquier referencia al «Hijo del hombre» significa Dios encarnado. Solo el que nace del hombre y posee una humanidad normal puede ser llamado «el Hijo del hombre»; si el Señor vino en la forma de Su cuerpo espiritual después de Su resurrección, entonces no se le podría llamar «el Hijo del hombre». Así que esto muestra que, en los últimos días, el Señor regresa en la carne para obrar en secreto entre los hombres.
En este punto, algunos pueden sentirse confundidos y pensar, «la Biblia profetiza que el Señor vendrá con las nubes y que todos los ojos lo verán, pero también que el Señor vendrá en la carne en secreto. ¿No es esto una contradicción?». De hecho, no existe contradicción en las palabras de Dios. La venida del Señor ocurre de dos maneras: una es que viene abiertamente con las nubes, la otra que viene en secreto como un ladrón. Todo lo que Dios profetizó se cumplirá y se llevará a cabo, pero Dios obra por etapas, y existe un plan para Su obra. Dios primero se encarna y viene en secreto a realizar Su obra para salvar al hombre, y luego aparece abiertamente ante todos, montado en una nube, para recompensar a los buenos y castigar a los malvados.
¿Qué obra viene a hacer el Señor en los últimos días?
¿Por qué Dios viene primero en secreto? Esto se refiere a la obra que Dios realiza cuando aparece en los últimos días. Leamos estos versículos de la Biblia: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios” (1 Pedro 4:17). “El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final” (Juan 12:48). “Diciendo a gran voz: Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:7). “Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí” (Apocalipsis 3:12). “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). Y las palabras de Dios dicen: “Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad y se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de la totalidad de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter satánicamente corrompido. Y, así, ahora que el hombre ha sido perdonado de sus pecados, Dios ha vuelto a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra ha llevado al hombre a una esfera más elevada” (‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”).
Encontramos en estas palabras que cuando el Señor regrese en los últimos días, expresará más verdades y realizará la obra de juicio. Él usará “la palabra que [Él] ha hablado” para juzgar y exponer nuestra corrupción, para que podamos reflexionar sobre nosotros mismos, lograr un verdadero arrepentimiento y cambio, siendo purificados finalmente por Dios y convirtiéndonos en los vencedores que son llevados a su reino. Esto se debe a que, aunque hemos sido redimidos por el Señor Jesús y nuestros pecados han sido perdonados, la raíz de nuestro pecado, es decir, nuestra naturaleza pecaminosa, permanece en lo profundo de nosotros y, controlados por ella, no podemos evitar pecar con frecuencia. Aquí van apenas un par de ejemplos: cuando otras personas hacen cosas que van en contra de nuestros intereses, puede que los odiemos o nos enfademos; normalmente decimos que seremos leales a Dios y le obedeceremos, pero cuando ocurre algo que no nos gusta, malinterpretamos y culpamos a Dios y, en casos graves, incluso lo abandonamos. Esto demuestra que no nos hemos librado de las cadenas y limitaciones del pecado, que seguimos viviendo en un estado de pecar y luego confesar, y que necesitamos a Dios encarnado para realizar la obra de juicio para purificar nuestra corrupción de una vez por todas. Cuando oímos la voz de Dios, nos elevamos ante Dios y experimentamos el juicio y el castigo de las palabras de Dios; cuando nuestras actitudes corruptas se purifican y podemos someternos a Dios, adorarlo y amarlo en cualquier circunstancia, entonces es cuando Dios nos hace vencedores. Estos son los 14.4000 vencedores que se profetizaron en el Apocalipsis, y cumple perfectamente el capítulo 14, versículo 4 de este: “Estos son los que no se han contaminado con mujeres, pues son castos. Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que va. Estos han sido rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero”. Si el Señor regresara primero en una nube con gran gloria, entonces todo el mundo se postraría para adorarlo. No sería posible entonces exponer la rebeldía y oposición a Dios dentro de la naturaleza del hombre, y sería infundado que Dios expresara verdades dirigidas a nuestras expresiones de corrupción para juzgarnos. Aunque Dios revelara nuestra esencia corrupta, no la aceptaríamos, y no podríamos ser purificados ni cambiados. Si ese fuera el caso, Dios sería incapaz de realizar Su obra de crear a los vencedores.
Además, en los últimos días, Dios también revelará cada tipo de persona, separará a cada uno según su especie, y recompensará a los buenos y castigará a los malvados. Si el Señor regresara en una nube con gran gloria, entonces todos lo verían y se postrarían para recibirlo y someterse a Él. Nadie, ya creyera en Dios o perteneciera a Satanás, amara la verdad o no, obedeciera a Dios o se opusiera a Él, podría ser expuesto por Dios. Entonces, la cosecha y el aventar, como se predice en la Biblia, y la obra de separar a cada uno según su especie, separar las ovejas de las cabras, el trigo de la cizaña, y todo lo demás, no podrían cumplirse. Aunque Dios sabe quién es bueno y quién es malo, si la gente no se revela, entonces no lo reconocerán, y mucho menos se convencerán de ello. Por lo tanto, está claro que Dios hace la obra de juicio en los últimos días para salvar al hombre de una vez por todas, para crear un grupo de vencedores, y para separar a cada uno según su especie. Para ello, primero debe hacerse carne y venir en secreto. Una vez se cree un grupo de vencedores, el período de la obra secreta de Dios llegará a su fin, y solo entonces Dios vendrá abiertamente con las nubes, se aparecerá a todas las naciones y pueblos para comenzar a recompensar a los buenos y castigar a los malvados. Todos aquellos que han aceptado la obra de juicio de Dios y han sido purificados serán finalmente conducidos al reino de Dios, mientras que aquellos que no han aceptado la obra de Dios encarnado, y que se oponen, calumnian y blasfeman contra Dios, se revelarán como los siervos malvados y la cizaña. Todas esas personas serán barridas por los desastres con mucho llanto y crujir de dientes. Solo entonces se cumplirá esta profecía del Apocalipsis: “He aquí, viene con las nubes y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él” (Apocalipsis 1:7).
¿Cómo debemos recibir la aparición y la obra del Señor?
Mientras Dios encarnado obra en secreto, ¿qué podemos hacer para poder recibir al Señor? En Apocalipsis 3:20 dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo”. En Mateo 25:6 dice: “Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’”. Podemos ver en estos versos que, en los últimos días, Dios usará sus palabras para llamar a nuestras puertas, y usará a la gente para gritar la noticia de que el novio ha regresado. Por lo tanto, cuando alguien nos predica el evangelio, debemos buscar con el corazón abierto y centrarnos en escuchar la voz de Dios. Mientras reconozcamos que es la voz de Dios, debemos apresurarnos a aceptar y someternos, y seguir el ritmo de la obra de Dios en los últimos días. Esto es lo que significa recibir el regreso del Señor.
En la actualidad, solo la Iglesia de Dios Todopoderoso da testimonio abiertamente de que el Señor ha venido en secreto en la carne y que es Dios Todopoderoso, Cristo de los últimos días. Dios Todopoderoso ha expresado millones de palabras y realiza la obra de juicio comenzando por la casa de Dios, purificando y salvando a todos los que acuden ante Él. Dios Todopoderoso apareció y ha estado realizando Su obra durante casi 30 años, y ya ha creado un grupo de vencedores; la obra de juicio de Dios está ahora cercana a su final. Uno tras otro, ocurren desastres por todo el mundo; los días de Noé se acercan. Debemos ser las vírgenes prudentes y apresurarnos a investigar la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días, ya que al hacerlo tendremos la oportunidad de recibir al Señor y quedar atrapados antes de que lleguen los desastres. Si nos aferramos a la idea de que el Señor viene con las nubes y nos negamos a buscar e investigar la obra de Dios encarnado, entonces seremos abandonados y eliminados por el Señor, y seremos barridos por los desastres y castigados. Es como dice Dios Todopoderoso: “Muchas personas pueden no preocuparse por lo que digo, pero aun así quiero decirle a cada uno de estos llamados santos que siguen a Jesús que, cuando lo veáis descendiendo del cielo sobre una nube blanca con vuestros propios ojos, esta será la aparición pública del Sol de justicia. Quizás será un momento de gran entusiasmo para ti, pero deberías saber que el momento en el que veas a Jesús descender del cielo será también el momento en el que irás al infierno a ser castigado. Ese será el momento del final del plan de gestión de Dios, y será cuando Él recompense a los buenos y castigue a los malos. Porque Su juicio habrá terminado antes de que el hombre vea señales, cuando sólo exista la expresión de la verdad” (‘En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra’ en “La Palabra manifestada en carne”).
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Fuente: Estudiar la Biblia