La narradora suele tener diferencias de opinión con su madre que provocan constantes discusiones acaloradas. Pese a todos sus intentos por actuar según las palabras del Señor, por practicar la tolerancia y la paciencia, sigue sin poderse controlar y discutiendo ferozmente con su madre. Preocupada por su incapacidad de controlar sus actos, la narradora únicamente se consuela diciéndose a sí misma que, con el tiempo, su fe en el Señor la librará del pecado y la purificará y que al final será ascendida al reino de los cielos. Solo al leer las palabras de Dios Todopoderoso comprende por fin por qué no puede librarse del pecado y descubre la senda que la conducirá a purificar su corrupción y a entrar en el reino de los cielos.
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