Como la mayoría de hermanos y hermanas de la iglesia, he leído la Biblia una y otra vez todos estos años. Poco a poco me fui enamorando de la Biblia. Leerla, memorizarla y copiarla se han convertido en partes indispensables de mi vida. Como muchos creyentes del Señor, también creo que creer en el Señor es creer en la Biblia; si alguien se aparta de ella, entonces no puede ser llamado un creyente del Señor; todas las Escrituras son la palabra y la inspiración de Dios. La Biblia se ha convertido en el libro sagrado de nuestros corazones y no tiene en lo absoluto ningún defecto o error. No importando si tenemos la obra del Espíritu Santo y si pensamos que podemos seguir viviendo incluso si no tocamos la presencia del Señor, pero tan pronto perdamos la Biblia, entonces será como si hubiéremos perdido la vida. Sin embargo, no conocemos cuales son los orígenes de la biblia o qué tipo de libro es exactamente y quién es el de la biblia.
Un día en una página web famosa encontré muchos libros de la verdad que revelaban varios misterios poco conocidos por las personas, incluyendo el misterio de la Biblia. Había un pasaje que decía: “La Biblia es un registro histórico de la obra de Dios en Israel, y documenta muchas de las predicciones de antiguos profetas, así como algunas de las declaraciones de Jehová en Su obra en ese momento. Por tanto, todas las personas consideran este libro como santo (porque Dios es santo y grande). Por supuesto, esto es todo un resultado de su reverencia por Jehová y su adoración de Dios. Las personas se refieren así a este libro, sólo porque las criaturas de Dios son tan adoradoras de su Creador, y están incluso aquellos que catalogan a este libro de libro celestial. En realidad, es simplemente un registro humano. Jehová no lo tituló personalmente ni guió su creación. Es decir, el autor de este libro no es Dios, sino los hombres. La Santa Biblia sólo es el título respetuoso que el hombre le ha dado. No fue decidido por Jehová y Jesús tras un debate entre ellos; no es nada más que una idea humana. Porque Jehová no escribió este libro, y mucho menos Jesús, sino que son los relatos de muchos profetas, apóstoles y adivinos antiguos, recopilados por generaciones posteriores en un libro de escritos antiguos que, para las personas, parece especialmente santo, un libro que en su opinión contiene muchos misterios insondables y profundos que están esperando a ser descubiertos por generaciones futuras. Así pues, las personas están aún más dispuestas a creer que este libro es un libro celestial. Con el añadido de los Cuatro Evangelios y el libro del Apocalipsis, la actitud de las personas hacia él es particularmente diferente de la que tienen hacia cualquier otro libro y, por tanto, nadie se atreve a diseccionar este libro celestial, porque es demasiado sagrado”.
De este pasaje entendí que la Biblia no solo contiene la palabra de Dios, sino que también muchas palabras del hombre, y sólo cuando sepamos diferenciar entre la palabra de Dios y la palabra del hombre podremos tratarla apropiadamente. De hecho, las palabras de Dios en la Biblia incluyen las palabras que Dios le dijo a Moisés, la revelación de Dios por medio de los profetas, las palabras de Jesucristo y las profecías del Apocalipsis. Muchas de las otras palabras de la Biblia son en realidad las palabras del hombre, entre ellas están algunas de las experiencias y los entendimientos que se originan de la iluminación de Dios y algunas son los registros de personajes históricos y eventos. Además de estas cosas, la Biblia también documenta algunas palabras de Satanás como aquellas que la serpiente dijo para tentar a Eva y las palabras de Satanás para tentar a Jesucristo.
Además, supe que la obra de Dios se realizó antes de que el hombre la recopilara para la creación de la Biblia. Por ejemplo, el Nuevo Testamento comenzó a existir 300 D.C. Luego, las generaciones posteriores recopilaron los registros de la obra de Jesucristo y las palabras que dijeron los apóstoles y discípulos durante la época en la que seguían a Jesucristo en los Cuatro Evangelios. Por otra parte, también recompilaron las experiencias y entendimientos de los apóstoles y discípulos, como la carta de Pablo en la Biblia, independientemente de si proviene de la iluminación y la guía del Espíritu Santo o de las concepciones y las imaginaciones del hombre. Después de que la Biblia se volviera un libro, generación tras generación de creyentes en Dios lo han relacionado como un tesoro precioso, exaltándolo y predicando hasta hoy. Sin embargo, no se puede negar que, no importa que tantas personas aprecien este libro, las cartas, las experiencias y los entendimientos de los apóstoles y discípulos, porque no son las palabras de Dios; aunque algunas concuerdan con la verdad, solo pueden tomarse como palabras inspiradas por el Espíritu Santo y nunca se deben confundir con las palabras de Dios.
De hecho, cada capítulo de la Biblia tiene su autor y fue registrado y recopilado por el hombre. Los registros humanos siempre se mezclan con su voluntad y sus imaginaciones y tienen errores. Por ejemplo, el Antiguo Testamento registra, “Y VOLVIO el furor de Jehová á encenderse contra Israel, é incitó á David contra ellos á que dijese: Ve, cuenta á Israel y á Judá” (2 Samuel 24:1). “MAS Satanás se levantó contra Israel, é incitó á David á que contase á Israel” (1 Crónicas 21:1). De estos dos versículos podemos ver que uno dice que el SEÑOR Dios mandó a David a censar Israel mientras que el otro dice que fue Satanás quien provocó a David a censar Israel. Además, en relación con la muerte de Judas, un versículo dice, “Y arrojando las piezas de plata en el templo, partióse; y fué, y se ahorcó” (Mateo 27:5), y el otro dice, “Este, pues, adquirió un campo del salario de su iniquidad, y colgándose, reventó por medio, y todas sus entrañas se derramaron” (Hechos 1:18). Podemos darnos cuenta que la misma cosa se registró de manera diferente en estos dos versículos. Si estas palabras fueran la inspiración de Dios, no existirían estas discrepancias. Gracias a esto, me doy cuenta de que el autor de la Biblia es el hombre en lugar de Dios. Entonces los registros relacionados a Dios y Su obra son recopilados por personas corruptas, e inevitablemente mezclaron la imaginación, las concepciones y las definiciones del hombre con dichos y conclusiones absurdas. La bien conocida genealogía de Jesús escrita por Mateo es un ejemplo muy característico. Este libro de la verdad dice: “Al principio, dice que era descendiente de Abraham, hijo de David, e hijo de José; después dice que fue concebido por el Espíritu Santo, y nacido de una virgen; esto significaba que no era el hijo de José o un descendiente de Abraham, que no era el hijo de David. La genealogía, sin embargo, insiste en asociar a Jesús con José. Seguidamente, la misma comienza a relatar el proceso por medio del cual nació Jesús. Dice que fue concebido por el Espíritu Santo, que nació de una virgen, y no fue el hijo de José. Pero en la genealogía está escrito con claridad que Jesús fue el hijo de José; y como esta se escribe para Jesús, registra cuarenta y dos generaciones. Cuando llega a la generación de José, dice apresuradamente que era el marido de María, palabras con el fin de demostrar que Jesús era descendiente de Abraham. ¿No es una contradicción? La genealogía documenta con nitidez el linaje de José, es obviamente su genealogía, pero Mateo insiste en que es la de Jesús. ¿No niega esto la realidad de la concepción de Jesús por el Espíritu Santo?”. Por lo tanto, esto se debe a que Mateo no entendía la verdad para crear la genealogía de Jesús; de hecho, es gracias a su entusiasmo y es una traición para la voluntad de Dios. Esto comprueba que la Biblia no es inspirados por Dios y que su autor es el hombre y no Dios.
Ya que el autor de la Biblia no es el mismo Dios sino el hombre, es erróneo y extremadamente absurdo que tomemos todas las palabras de la Biblia como las palabras de Dios y pensemos que es Su inspiración. Leí otras palabras en este libro de la verdad: “Hoy, las personas creen que la Biblia es Dios, y que Él es la Biblia. Así, también creen que todas las palabras de la Biblia fueron las únicas palabras habladas por Dios, y que Él las pronunció todas. Los que creen en Dios piensan incluso que, aunque los sesenta y seis libros del Antiguo y del Nuevo Testamento fueron escritos por personas, fueron todos inspirados por Dios, y un registro de las declaraciones del Espíritu Santo. Esta es la interpretación derivada y errónea de las personas, y no es completamente acorde con los hechos. En realidad, aparte de los libros de profecía, la mayor parte del Antiguo Testamento es un relato histórico. Algunas de las epístolas del Nuevo Testamento provienen de las experiencias de las personas, y otras del esclarecimiento del Espíritu Santo; las epístolas paulinas, por ejemplo, surgieron de la obra de un hombre, fueron el resultado del esclarecimiento del Espíritu Santo, y se escribieron para las iglesias; fueron palabras de exhortación y aliento para los hermanos y hermanas de las mismas. No fueron palabras habladas por el Espíritu Santo; Pablo no podía hablar en nombre del Espíritu Santo, ni era profeta, y mucho menos veía visiones. Sus epístolas se escribieron para las iglesias de Éfeso, Filadelfia, Galacia, y otras iglesias. Y, por tanto, las epístolas paulinas del Nuevo Testamento son epístolas que Pablo escribió para las iglesias, y no son inspiraciones del Espíritu Santo, ni Sus declaraciones directas. Son simplemente palabras de exhortación, alivio, y aliento que escribió para las iglesias durante el transcurso de su obra. Así, también, son un registro de gran parte de la obra de Pablo en la época. Se escribieron para todos los hermanos y hermanas en el Señor, y su fin era hacer que todos ellos en las iglesias de la época siguieran su consejo y se ciñeran a todos los caminos del Señor Jesús. De ninguna manera dijo Pablo que, en las iglesias de esa época o las del futuro, todos deben comer y beber sus cosas, ni que sus palabras venían todas de Dios. De acuerdo con las circunstancias de la iglesia en esa época, él simplemente comunicaba con los hermanos y las hermanas, los exhortaba, e inspiraba creencia en ellos; y simplemente predicaba, o recordaba a las personas y las exhortaba. Sus palabras estaban basadas en su propia carga, y apoyaba a las personas por medio de ellas. Él hizo la obra de un apóstol de las iglesias de esa época, era un obrero usado por el Señor Jesús, y por tanto se le dio la responsabilidad de las iglesias, se le encargó llevar a cabo la obra de las mismas, tuvo que aprender acerca de las condiciones de los hermanos y las hermanas; por ello, escribió epístolas para todos ellos en el Señor. Todo lo edificante y positivo para las personas que habló fue correcto, pero no representaba las declaraciones del Espíritu Santo ni podía representar a Dios. ¡Es un entendimiento atroz y una blasfemia tremenda, que las personas traten los relatos de las experiencias de un hombre y las epístolas de un hombre como las palabras habladas por el Espíritu Santo a las iglesias! […] Por tanto, no podía hablar en nombre del Espíritu Santo. Sus palabras no eran las palabras del Espíritu Santo, y mucho menos podría decirse que fueran las de Dios, porque Pablo no era nada más que una criatura de Dios y, sin duda, no era Su encarnación”.
Si no fuera por este libro que nos revela los misterios de la Biblia, nunca hubiéramos entendido o conocido la raíz o la esencia de los problemas. Esto es completamente cierto. De hecho, ninguno de los autores de la Biblia, excepto Moisés y los profetas que fueron instruidos directamente por Dios para transmitir Su palabra, se atrevieron a decir que sus palabras fueron inspiración o revelación Dios. Jesucristo nunca dijo algo como eso, ni tampoco el Espíritu Santo. Si algunos de los autores de la Biblia se atrevieron a decirlo, sería blasfemia contra Dios. Como aquellos que recopilaron la Biblia no les dijeron a las personas cómo tratarla correctamente por lo que las generaciones posteriores tienen un punto de vista erróneo, porque no pueden distinguir entre las palabras de Dios y las palabras del hombre en la Biblia y como resultado, interpretan las palabras del hombre como las palabras de Dios para acatarlo y seguirlo, invalidando Sus palabras, las cuales se apartan de Su voluntad. De hecho, los profetas sólo podían transmitir las palabras de Dios; pero personas usadas por el Espíritu Santo también son incapaces de expresar la palabra de Dios, porque no son ni posen lo que Dios tiene. Solo pueden hablar de sus propias experiencias y testimonios bajo la iluminación del Espíritu Santo para proveer y apoyar a las personas, que se conforman con la verdad y la voluntad de Dios, pero no pueden compararse con las palabras de Dios. La Biblia documenta algunas palabras de Pablo y otros apóstoles que hablaban sobre la situación actual de las iglesias de la época de la Gracia y algunas de las palabras de Pablo fueron recopiladas entre las trece epístolas. Sin embargo, estas palabras fueron dichas por el bien de la construcción de las iglesias y para establecer la fe de los creyentes, y alguna de ellas fueron inspiración del Espíritu Santo cuando cuando cargaban con las iglesias. No se puede decir que estas fueron inspiración de Dios. Pero no solo veneramos la Biblia, incluso tratamos las palabras del hombre como las palabras de Dios, sosteniendo el punto de vista de que todas las Escrituras son inspiración de Dios. Somos muy tontos. ¿No es esto oponerse y blasfemarlo a Dios?
A estas alturas, debemos entender que la Biblia es un registro histórico del trabajo de Jehová Dios en la Era de la Ley y el trabajo de Jesucristo en la Era de la Gracia, que fue escrito por el hombre; las palabras de la Biblia no son por completo las palabras de Dios, ni son Su inspiración. ¡Por lo tanto, la concepción de “creer en Dios es creer en la Biblia” es erróneo, porque el autor de la Biblia es el hombre y no Dios!
Leer más: Apocalipsis 22:18 y 19
(Traducido del original en inglés al español por Maylin Del Cid)
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