Con respecto a la salvación, muchos hermanos y hermanas afirman con seguridad: “La Biblia dice: ‘Que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo; 10 porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación’ (Romanos 10:9-10). Hemos recibido la salvación en la cruz del Señor Jesús, y si sólo creemos en nuestros corazones y confesamos nuestros pecados con nuestras bocas, seremos perdonados; ya somos salvos, por lo tanto, tenemos la salvación completa y cuando el Señor venga, definitivamente entraremos en el reino de los cielos”. ¿Es este punto de vista nuestro realmente correcto? ¿Tener nuestros pecados perdonados y ser salvos realmente significa que tenemos la salvación completa? Realmente necesitamos comunicar este problema con claridad, porque está directamente relacionado con nuestra entrada al reino de los cielos, es un asunto muy importante.
En primer lugar, debemos reconocer el hecho de que hemos recibido innegablemente la redención del Señor Jesús; sin embargo, ¿nuestra naturaleza pecaminosa ha sido resuelta? ¿El hecho de que Dios perdone nuestros pecados significa que ahora estamos purificados? En cuanto a nosotros, si nos echamos un vistazo a nosotros mismos y a la manera como la mayoría de nuestros hermanos y hermanas que nos rodean viven sus vidas, veremos que la gran mayoría de nosotros seguimos los caminos del mundo; cuando tenemos un problema, carecemos de tolerancia y paciencia, y somos incapaces de poner en práctica las palabras del Señor. Vivimos nuestras antiguas vidas pecando en el día y confesando en la noche. ¿Podríamos aquellos de nosotros que pecamos con tanta frecuencia realmente ser completamente salvos? ¿Entraremos realmente en el reino de los cielos en el futuro? En la Biblia se ha registrado que: “Jesús les respondió: En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre” (Juan 8:34-35). “Pues que yo soy Jehová vuestro Dios, vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo” (Levítico 11:44).* “[...] y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). A partir de estos versículos, vemos que Dios es santo, que Su reino es santo y que Él no permitirá que personas impuras entren en Su reino. A pesar de que nuestros pecados sean perdonados, nuestra naturaleza pecaminosa todavía está dentro de nosotros y no estamos libres de la esclavitud del pecado. Vivimos dentro de un círculo vicioso de pecados y confesiones y no estamos purificados en absoluto. Pecar con frecuencia nos hace siervos del pecado. ¿Cómo podría un siervo del pecado entrar en el reino de Dios? Por lo tanto, el argumento de que perdonar nuestros pecados significa alcanzar la salvación completa y entrar en el reino de los cielos no se sostiene.
¿Qué significa “ser salvo” aquí? Todos sabemos que bajo la Era de la Ley, Dios emitió la ley y los mandamientos a través de Moisés para guiar a los israelitas en su vida en la tierra. En aquellos días, los israelitas sólo tenían que cumplir la ley y los mandamientos y no serían condenados. Cualquier infractor tenía que ofrecer un sacrificio para expiar su pecado, o sería castigado. Por lo tanto, la gente de esos días acató escrupulosamente la ley y nadie se atrevió a violarla. Hacia el final de la Era de la Ley, las personas pecaron cada vez más a medida que su corrupción por parte de Satanás se hizo cada vez más profunda. Ya no había suficientes sacrificios para expiar sus pecados y todos corrían el riesgo de ser ejecutados de acuerdo con la ley. Dios no podía soportar el hecho de ver a las personas que había creado siendo tan devoradas por Satanás, así que Dios se hizo carne y vino a la tierra para actuar como ofrenda por el pecado del hombre al ser clavado en la cruz, y rescatar así al hombre de vivir bajo la ley. Desde entonces, si solo creemos en el Señor Jesús, nuestros pecados pueden ser perdonados. Ya no sufrimos condena por no respetar la ley; es decir, somos salvos por la redención del Señor. Está claro entonces que “ser salvos” es que nosotros creamos en el Señor Jesús, siendo perdonados por nuestros pecados al arrepentirnos ante el Señor, y ya no estar sujetos a ser ejecutados por la ley. No solo eso, sino que también significa poder disfrutar de la paz, la alegría y la gracia abundante que nos concede el Señor Jesús. Esto es a lo que nos referimos comúnmente como el verdadero significado de “ser salvos” por la fe.
Leamos juntos un par de pasajes: “Un pecador como vosotros, que acaba de ser redimido y que no ha sido cambiado ni perfeccionado por Dios, ¿puede ser conforme al corazón de Dios? Para ti, que aún eres del viejo ser, es cierto que Jesús te salvó y que no perteneces al pecado gracias a la salvación de Dios, pero esto no demuestra que no seas pecador ni impuro. ¿Cómo puedes ser santo si no has sido cambiado? En tu interior, estás cercado por la impureza, egoísta y miserable, pero sigues deseando descender con Jesús; ¡qué suerte tendrías! Te has saltado un paso en tu creencia en Dios: simplemente has sido redimido, pero no has sido cambiado. Para que seas conforme al corazón de Dios, Él debe realizar personalmente la obra de cambiarte y purificarte; si sólo eres redimido, serás incapaz de alcanzar la santidad. De esta forma no serás apto para participar en las buenas bendiciones de Dios, porque te has saltado un paso en la obra de Dios de gestionar al hombre, que es el paso clave del cambio y el perfeccionamiento. Tú, un pecador que acaba de ser redimido, eres, por tanto, incapaz de heredar directamente la herencia de Dios”.
“Los pecados del hombre fueron perdonados a través del Dios encarnado, pero eso no significó que el hombre ya no tuviera pecado en él. Los pecados del hombre podían ser perdonados por medio de la ofrenda por el pecado, pero en lo que se refiere a cómo puede lograrse que el hombre no peque más y cómo puede extirparse por completo y transformarse su naturaleza pecaminosa, él no tiene forma de resolver este problema. Los pecados del hombre fueron perdonados, y esto es gracias a la obra de crucifixión de Dios, pero el hombre siguió viviendo en su viejo carácter satánico corrupto del pasado. Así pues, el hombre debe ser completamente salvado de su carácter satánico corrupto para que su naturaleza pecadora le sea completamente extirpada y no se desarrolle más, permitiendo, así, que el carácter del hombre se transforme”.
A partir de estos dos pasajes, podemos ver que de hecho somos salvos por la obra redentora del Señor Jesús, pero esta salvación sólo significa que nuestros pecados son perdonados. No significa que estamos libres de la esclavitud y del control del pecado. Puesto que nuestra naturaleza pecaminosa todavía existe, a menudo vamos en contra de las enseñanzas del Señor y seguimos los deseos de la carne y cometemos pecados. Es tal como Pablo dijo una vez: “Porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico. Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí” (Romanos 7:18-20). Las palabras de Pablo transmiten la voz interior de cada hermano y hermana. A menudo estamos dominados por el pecado, manifestando todo tipo de caracteres satánicos y corruptos. Por ejemplo, el Señor nos exige que seamos personas honestas, pero a menudo mentimos, engañamos y hacemos trampa para nuestro propio beneficio. En nuestros tratos interpersonales, conspiramos unos contra otros por nuestro beneficio personal. Cuando sufrimos a través de pruebas, seguimos malinterpretando y culpando a Dios, e incluso nos distanciamos de Él o lo traicionamos. Cuando la obra de Dios no se ajusta a nuestras nociones, juzgamos y condenamos a Dios a nuestra voluntad. Seguimos a Dios, pero al mismo tiempo seguimos y adoramos al hombre... Es difícil liberarnos de este círculo vicioso de pecar y luego confesar. Nunca podremos librarnos de la esclavitud del pecado ni podremos someternos absolutamente a Dios y ser compatibles con Él. ¿Cómo puede esto llamarse salvación completa?
¿Todavía tenemos la esperanza de alcanzar la salvación completa y entrar en el reino de Dios? En realidad, hay algunos versículos en la Biblia que ya nos han revelado esto. Veamos. Está registrado en la Biblia que: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). “El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final” (Juan 12:48). “Que sois protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo” (1 Pedro 1:5). “Mirad, el Juez está a las puertas” (Santiago 5:9). Podemos ver en estos versículos que el Señor Jesús vendrá nuevamente en los últimos días y expresará la verdad, haciendo una etapa de obra para juzgar y purificar a la humanidad, salvándonos completamente del pecado, permitiéndonos escapar de la esclavitud del pecado, y haciéndonos finalmente compatibles con Dios. Nos convertiremos en personas que temen a Dios y se someten a Él. El logro de tal resultado debe alcanzarse por la obra de juicio de Dios en los últimos días. Solo a través del juicio y la revelación de la palabra de Dios podemos entender la verdad de nuestra corrupción por parte de Satanás, así como nuestras naturalezas y esencias; sólo entonces podremos entender la justicia, la majestad y el carácter inviolable de Dios. Solo entonces podremos tener un verdadero remordimiento y arrepentimiento, y la resolución de despreciar a la carne y abandonar a Satanás. Entonces podremos desarrollar un corazón temeroso de Dios; podremos romper completamente con la influencia maligna de Satanás, volvernos completamente a Dios y ser ganados por Él. A medida que nuestra comprensión de la verdad se profundiza, nos someteremos más y más a Dios y cada vez practicaremos más la verdad. De esta manera, antes de que nos demos cuenta, desecharemos completamente el pecado y seremos purificados. Solo entonces podremos alcanzar la salvación completa y entrar en el reino de Dios. Está claro que sólo cuando aceptemos el juicio y el castigo de las palabras de Dios en los últimos días podremos entender la verdad, conocer a Dios, liberarnos completamente de la influencia de Satanás y deshacernos de su carácter corrupto. Entonces podremos vivir por la verdad y por la palabra de Dios; este es el verdadero significado de la salvación completa. Esto requiere que oremos más con respecto a dar la bienvenida al regreso del Señor, buscarlo con humildad y escuchar atentamente “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice á las iglesias”. Solo entonces podremos dar la bienvenida a la aparición de Dios, experimentar la obra de juicio de Dios en los últimos días, ser purificados y ser completamente salvos. Gracias al Señor, ¡que la salvación del Señor en los últimos días nos llegue pronto!
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