Ahora los desastres ocurren con frecuencia, las profecías de la venida del Señor se han cumplido básicamente, y Él ha regresado en la carne. Esto ha cumplido las profecías del Señor Jesús: “Vosotros también estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no esperéis” (Lucas 12:40). “Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:24-25). La expresión “Hijo del Hombre” se refiere a Aquel que nace de un ser humano y tiene una humanidad normal. Por tanto, no se puede denominar “Hijo del Hombre” al Espíritu. Por ejemplo, Jehová Dios es Espíritu y no puede ser llamado “Hijo del Hombre”. Al Señor Jesús encarnado se le llamó “Hijo del Hombre” y “Cristo” porque Él era la carne encarnada del Espíritu de Dios que se convirtió en un hombre normal y corriente y vivió entre los hombres. Así pues, cuando el Señor Jesús dijo “el Hijo del Hombre” y “viene el Hijo del Hombre”, se refería a la venida de Dios a través de Su encarnación en los últimos días; especialmente, cuando afirmó: “Pero primero es necesario que El padezca mucho y sea rechazado por esta generación”, esto demuestra de forma aún más explícita que, cuando el Señor regrese, lo hará volviéndose carne. Si Él no viniera en forma de carne sino como un cuerpo espiritual, ciertamente no padecería ningún sufrimiento ni sería rechazado por esta generación. Así pues, el regreso del Señor Jesús es en forma de encarnación. Y solo aceptando la obra de juicio que Dios encarnado realiza en los últimos días, podremos tener la oportunidad de ser salvados y de entrar en el reino de los cielos.
Tal como la Palabra de Dios dice: “Cuando Jesús vino al mundo del hombre, trajo la Era de la Gracia y terminó la de la Ley. Durante los últimos días, Dios se hizo carne una vez más y, esta vez acabó la Era de la Gracia y trajo la del Reino. Todos aquellos que acepten la segunda encarnación de Dios serán conducidos a la Era del Reino, y podrán aceptar personalmente Su dirección. Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad, se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre, pero no lo libró de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió a Jesús cargar con los pecados del hombre como la ofrenda por el pecado, sino también que Dios realizara una obra mayor para librar completamente al hombre de su carácter, que ha sido corrompido por Satanás. Y así, después de que los pecados del hombre fueron perdonados, Dios volvió a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio, que llevó al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida”.
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