Mientras miraba por la ventana del auto, vi un arcoiris aparecer en el cielo. Acababa de llover. Esto me recordó la historia del gran diluvio durante la época de Noé que destruyó la tierra, y que Dios usó un arcoiris para establecer Su pacto con el hombre.
En Génesis 6:13, se dice: “Entonces Dios dijo a Noé: He decidido poner fin a toda carne, porque la tierra está llena de violencia por causa de ellos; y he aquí, voy a destruirlos juntamente con la tierra”.
Cuando leí este versículo por primera vez, todo lo que sabía era que durante la época de Noé, las personas eran pecaminosas, sexualmente inmorales, y corruptas, por lo que Dios tuvo que destruir la tierra a través de un gran diluvio. Sin embargo, sólo Noé adoraba a Dios, su familia de ocho construyó el arca según las instrucciones de Dios y eventualmente sobrevivió al gran diluvio. Luego, leí las palabras de Dios en Génesis 9:11-13, “Yo establezco mi pacto con vosotros, y nunca más volverá a ser exterminada toda carne por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que hago entre yo y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por todas las generaciones: pongo mi arco en las nubes y será por señal del pacto entre yo y la tierra”. Me quedé perpleja y me pregunté por qué se usaba el arcoiris como el signo del pacto y cuál era la voluntad detrás de este pacto entre Dios y el hombre. Un día, leí dos párrafos de un libro que me llegó al corazón, los cuales me revelaron por qué Dios usó un arcoiris para establecer Su pacto con el hombre.
Dice: “Originalmente, Dios creó una humanidad que a Sus ojos era muy buena y cercana a Él, pero fue destruida por el diluvio tras rebelarse contra Él. ¿Le dolió a Dios que esa humanidad desapareciese así al instante? ¡Por supuesto que sí! ¿Cuál fue la expresión de este dolor? ¿Cómo se registró en la Biblia? Se registra así: ‘Yo haré Mi pacto con vosotros, ninguna carne será cortada nunca más por las aguas de una inundación; ni habrá una inundación nunca más que destruya la tierra’. Esta simple frase revela los pensamientos de Dios. Esta destrucción del mundo le dolió mucho”. “¿Fue la destrucción del mundo esta vez algo que Dios quiso? Definitivamente no fue algo que Él quisiese. Podríamos ser capaces de imaginar una pequeña parte de la visión deplorable de la tierra tras la destrucción del mundo, pero no podemos acercarnos a imaginar cómo fue la escena a ojos de Dios. Podemos decir que, tanto en el caso de las personas de ahora como en el de las de entonces, nadie puede imaginar o apreciar lo que Dios estaba sintiendo cuando vio esa escena, esa imagen del mundo tras su destrucción por el diluvio. Dios se vio obligado a hacer esto debido a la desobediencia del hombre, pero el dolor que sufrió Su corazón por esta destrucción del mundo a través del diluvio es una realidad que nadie puede comprender ni apreciar. Por ello Dios hizo un pacto con la humanidad, que debía decirles a las personas que recordaran que Dios hizo una vez algo así, y jurarles que Dios no destruiría nunca más al mundo de ese modo. En este pacto vemos el corazón de Dios, vemos que sufría cuando destruyó a la humanidad. En el lenguaje del hombre, cuando Él la destruyó y la vio desaparecer, Su corazón lloraba y sangraba” (“La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I”).
Antes de leer estas palabras, siempre pensé que las personas durante la época de Noé eran malvadas y corruptas, así que debido a la ira y el odio de Dios hacia el hombre, pensé que Él sería feliz cuando Él destruyera a la humanidad. Pero me di cuenta que estaba totalmente equivocada después de leer esto. La esencia de Dios es el amor. Él estaba completamente doloroso cuando vio que la humanidad había sido destruida por el diluvio. Él no estaba dispuesto a destruir Su creación, que Él creó con Sus propias manos. Por lo tanto, Dios le ordenó a Noé que construyera un arca y predicara acerca de la llegada del gran diluvio. Dios permitió a los seres humanos arrepentirse por más de 100 años, durante los cuales Noé tomó para construir el arca. Mientras los hombres se arrepintieran, Él los dejaría continuar viviendo. Sin embargo, independientemente de cómo Dios los recordó y exhortó, nadie estaba dispuesto a aceptar la buena intención de Dios y arrepentirse. No creían que el gran diluvio iba a suceder e incluso se burlaron de Noé y su familia por seguir el mandato de Dios de construir el arca. El carácter de Dios es justo y santo, y Él no permitió que quedara cualquier suciedad o corrupción. Finalmente, Él tuvo que destruir aquellos que eran corruptos y malvados y no se arrepintieron.
Cuando Dios vio que el mundo entero estaba cubierto de agua, sin más boques y sin aliento humano, Él estaba triste. Incluso con este corazón afligido, Dios todavía se preocupaba por la humanidad. Como un signo para advertir a los seres humanos que no hicieran maldad, Dios estableció Su pacto con el hombre usando el arcoiris y juró que Él nunca más destruiría la humanidad con un diluvio. Como está escrito en un libro: “En apariencia Dios hizo algo fácil para despedirse de la humanidad anterior, resolviendo el pasado y trazando una conclusión perfecta a Su destrucción del mundo con el diluvio. Sin embargo, Él había enterrado el dolor de aquel momento en lo profundo de Su corazón. En un momento en el que no tenía a nadie en quien confiar, hizo un pacto con la humanidad, prometiéndole que no volvería a destruir el mundo con un diluvio. Cuando el arco iris aparece es para recordar a las personas que eso ya ocurrió una vez, para advertirles que no hagan cosas malas. Incluso en un estado tan doloroso, Dios no se olvidó de la humanidad y siguió mostrando mucha preocupación por ella. ¿No es esto el amor y la generosidad de Dios?” (“La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I”).
Sí, esto es el amor y la generosidad de Dios. Mantuvo todo el dolor en lo más profundo de su corazón que fue traído por la destrucción de los seres humanos, se ocupó de esta humanidad y guió las vidas de Noé y su familia en la tierra. Dios le da Su máximo cuidado a los seres humanos y Su amor por los seres humanos es real y genuino. Por lo tanto, desde que se estableció el pacto, desde la época de Noé hasta ahora, nunca más volvió a ocurrir el mismo diluvio. Dios es digno de confianza y nunca romperá sus promesas. Esta es la prueba de Su autoridad. Como dice la palabra de Dios, “Él es tan bueno como Su palabra, y esta se cumplirá; y lo que se consuma dura para siempre” (“Dios mismo, el único I”). Desde entonces, el arcoiris ha aparecido después de la lluvia y nos recuerda que Dios nunca más destruirá la humanidad con un diluvio, de la que siento el amor de Dios y cómo Él cuida y aprecia a los seres humanos.
Me despertó el sonido de una bocina. Había más y más automóviles y gente en la calle. Una vez más, me perdí en el pensamiento: Las personas en estos días son más corruptas que aquellos durante la época de Noé. Jesucristo dijo: “Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Pues así como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no comprendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37-39). Esto es una profecía de la segunda venida de Cristo en los últimos días. Al mirar a los que disfrutan de una vida mundana, son sexualmente inmorales, y adoran el mal, cada una de sus palabras y hechos están en contra de lo que es correcto, y no están interesados en cosas positivas. Todos son avaros y egoístas y compiten entre sí con malicia, traición. Incluso los padres y los hermanos están en contra entre sí por su propio beneficio. Además los corazones de las personas están llenos de herejías que niegan a Dios y resisten a Dios y no creen que Él haya regresado. ¿Cómo tratará Dios a este tipo de personas?
Cuando primero Noé predicó que Dios destruiría el mundo con un diluvio, Dios le dio a la humanidad una oportunidad para arrepentirse, sin embargo nadie le creyó. Debido a su corrupción y naturaleza rebelde, Dios finalmente los destruyó con la gran diluvio. Del mismo modo, Dios odia el comportamiento malvado de los seres humanos hoy en día, pero Él es misericordioso con el hombre. Por lo tanto, Dios nos da la oportunidad de arrepentirnos trayéndonos el evangelio eterno en los últimos días. Él nos habla y rescata de la corrupción. Como se menciona en Apocalipsis 14:6, “Y vi volar en medio del cielo a otro ángel que tenía un evangelio eterno para anunciarlo a los que moran en la tierra, y a toda nación, tribu, lengua y pueblo,” y en Juan 16:12-13 se dice: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir”.
A pesar de que somos malos y corruptos, Dios sigue para llevar a cabo Su obra de salvar a la humanidad con todas las verdades que necesitamos para ser salvos en los últimos días. Entonces, ¿cómo respondemos a aquellos que comparten el evangelio del Reino de Dios con nosotros? ¿Seremos los mismos que durante la época de Noé, tercos e impenitentes? Nuestro Señor Jesús dijo: “Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3). “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen;” (Juan 10:27). Cuando escuchemos que se predica el evangelio del Reino, debemos buscar humildemente, escuchar la voz de Dios atentamente y hacer que la palabra de Dios nos guíe, dejando que Su palabra sea el fundamento de nuestra existencia, sin seguir las tendencias perversas. De este mundo. Debemos apartarnos de todas las cosas negativas y vivir a la luz de Dios para siempre. Esta es la opción correcta para nosotros.
Cuando dejé de pensar y volví a mirar al cielo, el arcoíris seguía allí, y mi corazón estaba lleno de gratitud hacia Dios. Oré silenciosamente en mi corazón: “Dios, estoy dispuesta a arrepentirme, cuando alguien me predica el evangelio de Su segunda venida, escucharé Su voz y seguiré Sus pasos”.
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(Traducido del original en inglés al español por Jose M. Flecha)
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