Una mañana estaba leyendo la Biblia con mi prima, “Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a El la gloria, porque las bodas del Cordero han llegado y su esposa se ha preparado. Y a ella le fue concedido vestirse de lino fino, resplandeciente y limpio, porque las acciones justas de los santos son el lino fino. Y el ángel me dijo: Escribe: ‘Bienaventurados los que están invitados a la cena de las bodas del Cordero.’ Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios” (Apocalipsis 19:7-9).
Después de terminar de leer, le dije contenta a mi prima: “Todos sabemos que esta es la visión que Juan vio sobre el regreso del Señor en los últimos días. Ha llegado el período de los últimos días, el tiempo en que el Señor vendrá de nuevo. Como cristianos, todos anhelamos asistir a las bodas del Cordero, entrar en el reino de los cielos y vivir juntos con Dios. Para ello, debemos prepararnos sobriamente, asistiendo a más reuniones, orando cada día por la mañana y por la noche, trabajando y predicando más para el Señor, y dando más fruto. De esta manera, podremos asistir a la fiesta de las bodas del Cordero cuando el Señor regrese. ¿Qué dices?”
“Mm...” mi prima dudó por un momento y dijo: “Lo que acabas de decir es la práctica actual de la mayoría de los hermanos y hermanas. Pero creo que si queremos asistir a la fiesta de las bodas del Cordero cuando el Señor regrese en los últimos días, no basta con hacer solo estas cosas. Lo más importante es acoger de manera activa la aparición de Dios y seguir de cerca los pasos del Cordero, tal como está escrito en el Apocalipsis 14:4: ‘Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que va’. Hablando de esto, recuerdo la parábola en la Biblia de las vírgenes prudentes que acuden a la fiesta: ‘Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio. Y cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Porque las insensatas, al tomar sus lámparas, no tomaron aceite consigo, pero las prudentes tomaron aceite en frascos junto con sus lámparas. Al tardarse el novio, a todas les dio sueño y se durmieron. Pero a medianoche se oyó un clamor: “¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo.” Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. […] y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta’ (Mateo 25:1-7, 10). De estos versículos sabemos que la razón por la cual las vírgenes prudentes pueden dar la bienvenida al novio y asistir a las bodas del Cordero es porque cuando ellas escuchan a alguien clamar ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’, salen activamente a saludarlo y siguen de cerca los pasos del Cordero. Además, se concentran en escuchar las palabras y expresiones del Señor. Así que, si queremos asistir a la fiesta de las bodas del Cordero, también debemos prestar mucha atención a escuchar las declaraciones de Dios.
El Señor Jesús dijo: ‘Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen’ (Juan 10:27). Y está profetizado muchas veces en Apocalipsis capítulo 2-3: ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias’. Apocalipsis 3:20 se profetiza: ‘He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo’. Además, un pasaje que leí en un sitio web del evangelio dice: ‘Porque donde están las nuevas palabras de Dios, ahí está la voz de Dios, y donde están las huellas de Dios, ahí están los hechos de Dios. Donde está la expresión de Dios, ahí está la aparición de Dios, y donde está la aparición de Dios, ahí existe la verdad, el camino y la vida’ (‘La aparición de Dios ha traído una nueva época’). Es evidente por todas estas palabras que el Señor hablará de nuevo cuando regrese en los últimos días. Así que es muy importante concentrarnos en escuchar la voz de Dios. Solo si encontramos lo que el Espíritu Santo dice a las iglesias y damos la bienvenida al regreso del Señor podremos tener la oportunidad de cenar en la fiesta de las bodas del Cordero y obtener la salvación de Dios”.
Escuché en silencio y concluí que lo que dijo mi prima tenía mucho sentido.
Ella añadió: “Esto me recuerda el tiempo en que el Señor Jesús hizo Su obra. Personas como Pedro, Felipe y Natanael prestaron atención a escuchar las palabras del Señor, y reconocieron que Él era el Mesías prometido y comenzaron entonces a seguirlo. Natanael, como sabemos, reconoció la verdadera identidad del Señor porque Él dijo que lo vio debajo de la higuera antes de que Felipe lo llamara. Como dice la Biblia: ‘Jesús vio venir a Natanael y dijo de él: He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño. Natanael le dijo: ¿Cómo es que me conoces? Jesús le respondió y le dijo: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Natanael le respondió: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel’ (Juan 1:47-49). Por lo tanto, los que escuchan humildemente las palabras de Dios son bendecidos, y son quienes siguen los pasos de Dios. Por el contrario, los sumos sacerdotes, escribas y fariseos que se aferraban a la ley en el templo, aunque habían escuchado las palabras del Señor Jesús y encontrado autoridad y poder en ellas, no tenían la intención de buscar la verdad en absoluto. A pesar de que el Señor Jesús calmó el viento y las olas con una sola palabra y sacó de su tumba a Lázaro, que había estado muerto durante cuatro días, aun así, ellos se opusieron y lo condenaron tercamente, e incluso lo clavaron en la cruz. Al final, sufrieron la maldición de Dios y perdieron para siempre la oportunidad de dar la bienvenida al Mesías. Así que, en los últimos días, no debemos cometer el mismo error que los fariseos, sino que debemos ser las vírgenes prudentes como Pedro y Natanael, buscar e investigar activamente, y concentrarnos en escuchar la voz de Dios. Cuando oímos a alguien difundir noticias sobre la venida del Señor, debemos ver con humildad si lo que predican es la aparición y las expresiones de Dios. Una vez que estemos seguras de que son las palabras del Espíritu Santo, debemos seguirlas de inmediato, y entonces podremos asistir a la fiesta de las bodas del Cordero”.
Las palabras de mi prima me emocionaron mucho y dije: “¡Gracias al Señor! Resulta que también debemos buscar activamente y concentrarnos en escuchar las palabras y expresiones de Dios si queremos ser arrebatados ante el trono de Dios y asistir a la fiesta de las bodas del Cordero cuando el Señor regrese. Quienes pueden hacer esto son las vírgenes prudentes y las más benditas. Lo que me has dicho está totalmente en consonancia con la verdad. Pero aún tengo una pregunta: ¿Cómo podemos reconocer la voz de Dios?”
Mi prima respondió: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí’ (Juan 14:6). De esto, podemos ver que las palabras de Dios pueden darle al hombre la verdad, el camino y la vida. Al igual que cuando el Señor Jesús vino a obrar y a hablar, Sus palabras tenían autoridad y poder, y podían brindar un verdadero suministro a la vida del hombre y darle un camino a seguir. Él hizo la obra de la redención y predicó el mensaje ‘Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado’ (Mateo 4:17). Y enseñó al hombre a tolerar y soportar, a sufrir y cargar la cruz, y todo lo demás que constituye el camino que debe seguir el hombre en la Era de la Gracia. Si reflexionamos cuidadosamente sobre las palabras pronunciadas por el Señor, veremos que todas ellas son verdades que pueden mostrar al hombre un camino de la práctica en la nueva era y permitirle al hombre saber cómo comportarse en su vida diaria. Por medio de estas palabras, entendemos la voluntad de Dios y conocemos Su carácter compasivo y amoroso. Además, el Señor también reveló los misterios del reino de los cielos, así como las condiciones en las que entramos en él. Basándonos en estos hechos, podemos estar seguros de que las palabras del Señor Jesús son la voz de Dios, porque aparte de Dios, nadie puede expresar estas verdades o hablar de estos misterios. De manera similar, cuando el Señor regrese para decir Sus palabras, nos traerá más verdades y revelará más misterios, tal como Él lo profetizó: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir’ (Juan 16:12-13)”.
Tras escuchar esto, dije: —Después de escuchar tus palabras, tengo un poco más de claridad sobre este asunto. Realmente sabes mucho.
—Aprendí esto después de leer muchos pasajes de enseñanzas sobre este aspecto en un sitio web del Evangelio —dijo mi prima—. Si quieres, puedo darte el nombre el sitio web, y podrás visitarlo cuando quieras.
—¿De verdad? —dije con alegría— ¡Eso sería genial!
Y luego continuamos la conversación en medio de un ambiente agradable....
Recomendación: Estudios bíblicos
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